jueves, 22 de abril de 2010

20 años ¿no es nada?

Creo que ya lo he mencionado alguna vez pero tengo un padre que es un autentico capullo…mi relación con él, es prácticamente nula y creo que no la tendré en la vida al menos no una relación padre e hija…he de reconocer que no siempre fue así…y creo recordar que durante algún tiempo en mi vida tenia adoración por mi padre…más tarde esta adoración se convirtió en una profunda decepción tras otra, luego vino el rencor y ahora mismo en la indiferencia más absoluta…

Viví con mi padre hasta un 22 de abril de 1990…ese día entre otras cosas fue el día que mi padre levanto por primera y última vez la mano a mi madre, ese día salimos de nuestra casa del barrio de salamanca para no volver más, ese día marco la vida de mi madre, la de mis hermanos, la mía y la de mi familia para siempre, día que mis hermanos y yo celebramos año tras año.

Fuimos los primeros hijos de padres divorciados en todo nuestro entorno…tuvimos que ver como mi madre se machacaba a trabajar día, tarde y noche para sacarnos adelante y que pudiéramos mantener “nuestro nivel de vida” que no era otro que el que nos habían proporcionado mi padre y mi madre…creo que eso nos hizo hacernos más fuertes, nos unió mucho y como consecuencia de aquello somos una autentica piña.

Mi padre es un encantador de serpientes, es listo, es inteligente, es simpático y atractivo, es un mentiroso compulsivo y generalmente la persona que le conoce cae rendido rápidamente a sus pies…eso también le paso a Olivier mi marido, el procede una familia excesivamente tradicional, cuando decidimos casarnos insistió en conocer a mi padre…tardo 5 minutos en caer bajo el hechizo…Olivier…un tío acostumbrado a tratar con lo peor de lo peor en su trabajo, un tío Cum laude en psicología…yo sinceramente no me lo podía creer…claro que el hechizo duro como dice Sabina “lo que duran dos peces de hielo en un whisky on the rocks”…y después de varias quedadas, cenas, promesas, abrazos, charlas, la historia termino como siempre…yo llorando en mi casa porque mi padre había pasado de la boda de su hija, mi madre jurando en arameo y suplicando por teléfono a mi padre una vez mas que no me estropeara también el día de mi boda y mis hermanos totalmente indignados con ganas de ir ha buscarle…el día después de nuestra boda Olivier le mando un mensaje dándole las gracias…”gracias, por enseñarme que hombre no quiero ser”, nunca más han cruzado palabra…

Hoy hace 20 años de aquello…y lo recuerdo y lo celebro como si hubiera sido ayer.